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domingo, 13 de abril de 2014

Detrás de la Puerta

Esta es la historia ganadora del concurso literario del año pasado. Está basada en hechos reales.
Espero que os guste, Angy.

DETRÁS DE LA PUERTA:

Esta es la historia de cómo cinco amigos consiguieron desencadenar el mayor misterio ocurrido en un instituto.
Todo empezó un simple día de enero en el instituto Guadalpín (Marbella), a principios del 2º trimestre, otra vez a trabajar y estudiar…
Yo, Ángeles, una chica karateka y trabajadora; Julia, una chica inteligente, alta y con una voz increible; Enrique, un chico bondadoso y que también canta muy bien y Roberto un chico muy simpático y bromista; fuimos condenados a desaparecer del mundo.
Estábamos en el recreo, comiéndonos el bocadillo junto al gimnasio, charlando, cuando llegó María, una niña de nuestra clase y se unió a la conversación.
-Hola María, estamos hablado sobre los profesores malos y buenos; siéntate con nosotros- le dijo Enrique.
-¿Sabéis quién es la orientadora, Mª Dolores? Parece muy buena persona, siempre que paso a su lado me saluda y me sonríe aunque lleva una colonia que huele a queso mohoso - dijo Julia.
-Sí, y además no pone partes- comentó Roberto.
Todos dejamos escapar una risa tonta.
María que no había hablado hasta ahora, tenía un hermano que sabía muchas historias sobre el instituto pues estaba ya en bachiller, conocía a casi todos los profesores y le había contado algunas leyendas:
-Pues no es lo que parece.
-¡Shhhh!- dijo Julia, porque en ese momento pasaba al lado nuestra, acompañada del conserje- Ya se ha ido, María, puedes seguir. ¿Por qué no es lo que parece?
-Porque rapta a niños de nuestra edad y no vuelven nunca. Nadie sabe por qué ni para qué. Se lleva a alumnos listos, tontos o raros, y no se sabe qué ocurre con ellos. Solo volvió uno, era el más inteligente de la clase y al volver después de 2 semanas de a saber dónde, volvió trastornado, convertido en un “friki” y no conocía a sus amigos. Ahora está en un colegio especial- hizo una pausa al ver nuestras caras- Se lo oí decir a mi hermano cuando hablaba por teléfono.
-Eso es imposible, si es encantadora, no puede ser capaz de hacer eso- replicaba Enrique sin parar.
-¿Sabéis que en la planta de nuestra clase hay un baño de chicas?- preguntó Julia cambiando de tema.
-Hay uno según el plano de nuestra agenda, pero en realidad solo queda una puerta arañada y antigua con una chapa de una chica con vestido y sombrero- contesté yo que ya había estado investigando sobre eso y había descubierto que tenía 5 cerrojos para meter llaves muy antiguas y muy raras- También le he preguntado a gente de cursos mayores pero nadie ha sabido contestarme acerca del baño misterioso.
-El chico que volvió dice que cuando pega la oreja a la puerta de ese baño oye gritos de niños y niñas, pero nadie es capaz de creerse eso- explicó María- Y lo peor de este asunto es que los siguientes somos nosotros.
-¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué?- dijimos todos a coro.
-Porque todo comienza en el 2º trimestre y en estas fechas, se lleva a alumnos de 1º. Pero nadie ha salido de ahí para contar por qué excepto aquel chico, pero está tan mal de la cabeza que no sabe qué le ocurrió exactamente – dijo María.
Todos estábamos perplejos y aunque era una leyenda, parecía muy real. Esa noche no dormí, tuve muchas pesadillas sobre todo lo que nos contó María. “A lo mejor el hermano de María le mintió” pensé. Pero aparté rápidamente aquellos pensamientos.
A la mañana siguiente me levanté como pude aunque estaba súper cansada y un poco atontada y se me olvidó desayunar.
En la hora de lengua, ocurrió algo espantoso. Ella, la supuesta bondadosa orientadora del instituto, entró en nuestra clase. Miré a Julia que se tapaba la cara, después a Enrique que estaba temblando, después a María que se agachó para que no le vieran y por último miré hacia la mesa de Roberto, pero descubrí que no estaba.
La tutora y Mª Dolores hablaban; mis demás compañeros se comportaban como siempre pues no sabían lo que se escondía detrás de aquel muro de bondad de la señorita.
Roberto entró por la puerta y al ver a la orientadora en clase se dio la vuelta corriendo y desapareció por el pasillo. Entonces Mª Dolores empezó a hablar:
-Buenos días, soy Mª Dolores la orientadora del instituto y he venido porque quiero hablar con vosotros. Sois una clase estupenda, así que voy a llamar a cuatro de vosotros para haceros unas pruebas. No debéis asustaros por nada, son fáciles. Que vengan Enrique García, Ángeles Pérez, Roberto Gorlat y Julia Melgares.
Estaba aterrorizada y dejé escapar un chillido. Seguramente habría escuchado nuestra conversación del recreo. No podía imaginarme que fuera a desaparecer de repente. Mª Dolores nos dio unos papeles para que nuestros padres los firmaran.
El resto del día fue horrible, estaba muy nerviosa.
Al contarles lo sucedido a mis padres, (no les conté la historia de María) lo firmaron sin rechistar, seguramente pensaban que eran pruebas de inteligencia o algo así. No les quise decir nada, tampoco quería asustarlos y si se lo dijera me dirían: “Eso son tonterías” o “La mayoría de las leyendas son falsas”. No hubiera servido de nada. Pero ojalá no lo hubieran firmado... Esa noche también tuve pesadillas y estaba segura de que los demás también las tuvieron.
La semana pasó muy lenta y aburrida, y no ocurrió nada especial, aun así no sabíamos con exactitud la fecha de las pruebas y el miedo no se fue. Deseábamos que no llegara ese día. Pero llegó, la orientadora entró en la clase un jueves y nos llamó uno a uno, comenzó por Roberto, que se fue muerto de miedo detrás de la profesora.
Después de media hora volvió para llevarse a Enrique, pero sin rastro de Roberto; pasó otra media hora y me llamó a mí, que antes de salir le grité a Julia que escapara como pudiese aunque no creo que pudiera hacer mucho.
La orientadora un poco extrañada por el chillido, me dijo que la siguiera hasta su despacho, allí estaba Enrique que me estaba insinuando algo pero yo no entendía el qué. No me dejó en el despacho, me llevó por una puerta y un corto pasillo hasta llegar a otra estrecha habitación que se notaba que era más antigua, le hacía falta una limpieza a fondo y una capa de pintura en las paredes, había varios cubos llenos de agua por goteras del techo y aparte de todo eso, olía muy mal. Allí nos quedamos, me dio una hoja para que pusiera mis datos personales y cuando terminé de rellenarla levanté la mirada para decirle a Mª Dolores que había acabado, pero no estaba. Entonces empecé a observar todo lo que me rodeaba y era extraño pero me parecía oír voces al otro lado de una de las paredes mugrientas. Me preguntaba si alguien más que los alumnos raptados y la orientadora sabían de la existencia de aquella sala.
En aquel momento entró.
-¿Ya has terminado?- me preguntó.
-Sí – le contesté seriamente.
-Pues ahora tienes que venir conmigo- me dijo.
-¿A dónde?- pregunté con un hilo de voz.
-¡Aquí! ¡A mi despacho!- exclamó como si fuera obvio.
Dejé de hacer preguntas porque pensé que empezaba a sospechar sobre mí y decidí seguirla hasta la habitación en la que antes estaba Enrique.
-Voy a llamar a Julia, quédate aquí, solo tienes que poner el número que corresponde a estas series- explicó.
-Vale- respondí, aunque no me hubiera enterado de nada y mientras se iba, fui a mirar a la otra habitación si se oían los gritos de antes. Sí. Llamé a Enrique y a Roberto porque parecían sus voces. No me contestaba nadie, volví a llamar:
-¡Eoo! Soy Ángeles. ¿Hay alguien ahí?- gritaba. Esperé unos momentos y alguien me contestó.
-¡Sacadnos de aquí!- respondió una de las voces.
-¿Pero por dónde entro?- pregunté sin parar.
-¡Hay una puerta detrás del espejo, pero la llave la tiene la orientadora!
Es verdad, estaba muy bien camuflada detrás del espejo pero al fijarme bien vi la cerradura, era igual que las puertas de las joyerías. Volví a la otra estancia y continué con la prueba, pero no estaba concentrada en eso si no en cuándo llegaría Mª Dolores. A los pocos minutos apareció con Julia  en la puerta y comprendí lo que me insinuaba Enrique “¡Escapa, y avisa a los demás!” Quería esperar a decírselo a Julia en el momento oportuno para que pudiera escapar y avisar a alguien que nos ayudara a salir de esta, así que disimulé mis nervios y seguí con la prueba, de vez en cuando alzaba la vista para ver si veía la llave.
-¡Bingo!- me dije y esbocé mi primera sonrisa maligna desde hacía ya mucho tiempo.
La llave se encontraba colgada de su cuello por una cadena antigua y oxidada, seguro que tenía más de diez años y seguro que ha destrozado vidas de padres y alumnos. Parecía la llave de los calabozos de la Edad Media. Me puse a pensar cómo podría quitársela. Pero era imposible. Estábamos perdidos, ya no había esperanza.
De repente escuché un gran portazo, fui corriendo hasta el despacho en ruinas y Julia no estaba, pero la orientadora tampoco. Ya era tarde para decirle nada a Julia. Aproveché esos segundos para buscar otra llave, seguro que tenía otra de repuesto.
¡Sí! La orientadora no tiene mucha imaginación y la puso en lo más alto de la estantería cochambrosa junto con unas cuantas más. Para cogerlas me tuve que subir en la mesa. Pero, cuando ya las tenía en las manos y no las pensaba soltar, una pata de la mesa crujió y a los pocos segundos se derrumbó con un ruido atronador que resonó por toda la sala. Mª Dolores salió por la puerta del espejo un poco asustada, seguro que pensaba que le habían pillado o algo así, pero no se había percatado de que yo tenía las llaves, así que aprovechando que estaba un poco ensimismada, me levanté con todas mis fuerzas, le di un pequeño empujón y me metí por la puerta del espejo. Me empecé a dar cuenta de qué era el mal olor, olía a la colonia putrefacta de queso mohoso de la orientadora, que en ese momento ya sabía que no era colonia si no el olor de la sala que se te queda pegado al cuerpo y a la ropa y que aunque salgas de la sala y te duches cien veces, no se te quita.
Me encontraba en una estancia espaciosa con muchos niños de mi edad y más mayores encarcelados. Aunque no se veía mucho porque la habitación estaba en penumbra y no había ventanas pude fijarme en que había grupos de niños de la misma edad en cada una de las 5 jaulas, aquello era horrible, ¿para qué quería esa bruja, tener a tantos niños encerrados? Mi única suerte es que estaba no estaba sola. Vi a mis amigos Roberto, Enrique y Julia. Yo estaba fuera de las jaulas y ellos dentro de una.
-¿Qué va hacer con nosotros?- les pregunté susurrando, con miedo a saber la respuesta- ¿Dónde estamos? ¿Estáis bien?
-Antes de nada sácanos de aquí, que después te lo contaremos todo- dijo Roberto.
-De momento estamos bien, pero no por mucho tiempo- susurró Julia.
Empecé con toda la alegría del mundo a abrir jaulas probando con las distintas llaves. Vaya chasco me llevé cuando ninguna de las llaves entraba en ninguna jaula.
-¡No son esas llaves, esas son las del armario de sus pociones y todas sus cosas raras! ¡No vamos a poder salir de aquí!- gritaba Enrique mientras empezaba a llorar.
No tenía ninguna copia de la llave, solo y únicamente la de su cuello. Y mientras esperábamos a que llegara nuestro fin, Enrique, Julia y Roberto me lo contaron todo, o casi todo:
-Pues…Estamos detrás de la puerta del baño de chicas antiguo, de nuestra planta, las llaves de esta sala sola las tiene ella al igual que la de las jaulas. Aquí están todos los niños que habían desaparecido o por lo menos la mayoría. La historia siempre es la misma, la orientadora le hace las pruebas a un niño, si pasa las pruebas lo trae aquí y le dice a los padres que lo tienen que llevar a un internado porque es muy listo, los padres se lo creen y aceptan. Y por último el niño desaparece misteriosamente. Y aquí todos los días a la misma hora nos… - se paró al oír el chirrido de la puerta del espejo, la orientadora entró y nos dijo señalándonos:
-Vosotros seréis los primeros en…- no pudo terminar la frase porque algo rompió la puerta del baño de chicas antiguo y entraron los de nuestra clase gritando: “¡Al ataque!”. ¡María nos había salvado! La mayoría tenían palos para abrir las jaulas, otros llamaban a la policía con la tutora; muchos otros se dedicaron a la acción, a que no escapara la bruja mohosa; algunos llevaban a los niños medio trastornados a jefatura; otros hicieron el trabajo de los detectives buscando las pociones y dos niños fueron a avisar al Director y a la Jefa de Estudios. No os podéis imaginar lo que se montó allí.
Y yo sin saber para qué nos iba a utilizar exactamente, pero decidí, que después de aquella mala experiencia prefería no saberlo. Así que me quedé con la intriga.
 La “bruja mohosa” fue a la cárcel y nosotros, toda la clase, ganamos un premio de dos días a un parque de atracciones, que nos lo pasamos bomba; pasamos a llamarnos los Detectives Quesos Mohosos gracias a la orientadora y a nuestra investigación.
Y lo demás os lo podéis imaginar. Trabajo y estudio otra vez.
FIN

viernes, 11 de abril de 2014

Esta historia la hice para el concurso de literatura : aquí os la deja espero que os guste



Historia hecha por Ana Cuenca Farfán:

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

Me gusta mucho escribir y la literatura me encanta.


Espero que os guste mi historia.
Hola a todos, me llamo Liss Doyle y me encanta leer. Me considero una chica simpática y amable, me gusta mucho vestir de color rosa y azul. Tengo el pelo rubio que de día se confunde con la hermosa luz del sol, mis ojos son azules como el mar cuando está sereno y mi piel es clara. Soy deportista, ya que practico muchos deportes. Espero que os guste mi historia y que la literatura os guste tanto como a mí:
Estaba en casa leyendo un libro sobre Egipto cuando de repente mi amiga Emy me llamó. Lo cogí sobresaltada pero no era nada importante, me dijo de quedar con la finalidad de hacer un trabajo para el instituto. Quedamos esa misma tarde en casa de Jason y Robert, dos hermanos muy diferentes; Jason tiene el pelo castaño y sus ojos son azules claros como un diamante precioso, en cambio, Robert tiene el pelo negro como el carbón. Los dos son muy buenas personas con sus ventajas y sus inconvenientes.
Se lo dije a mi madre y me dijo que por supuesto me dejaba ir, preparé la mochila con las cosas y me despedí de mi perro llamado Simba. Yendo para el destino, me encontré con Emy mi amiga que llevaba una camiseta roja y verde que se quedaba sin intensidad al ver sus ojos color miel y su pelo castaño que se mueve con la fresca brisa. Nos saludamos y nos fuimos a casa de los hermanos. En cuanto llegamos y saludamos a los padres nos pusimos a realizar un trabajo sobre Egipto. Investigando en internet vi algo de una pluma dorada, me llamó la atención y me puse a leerlo. Informaba de que esa pluma no se había encontrado aún, pero que los historiadores tenían diferentes teorías y que esta, podía cumplir cualquier deseo. Llamé a mis amigos y en un santiamén estaban ahí con los ojos pegados al ordenador como uña y carne. A Jason que le encantan las aventuras propuso que podíamos llamar a su tío Tom para informarnos un poco más , a mí me pareció una tontería pero pensándolo bien decidimos de hacerlo. Cogió el teléfono y tenía una voz grave ya que tenía 21 años. Le preguntamos y nos propuso que nos fuéramos con él unos días a Egipto. Yo sabía que no me iban a dejar ir pero lo intenté y raramente tras un largo tiempo de intentar convencer a nuestros padres lo conseguimos. La salida era el día siguiente y a las ocho de la mañana habíamos quedado en el aeropuerto de Londres. Fui corriendo a mi cuarto a preparar mi maleta rosa y llenarla de ropa, etc.… Cogí todo lo que pude y la cerré. Cuando terminé de prepararla eran las diez de la noche y decidí acostarme para no encontrarme muy cansada el día de la partida. No podía dormir por los nervios, por saber si eso no sería como nos lo esperábamos pero alrededor de una hora estaba vencida por el sueño, dormida en la cama. Me desperté y me fui a desayunar pero me encontré con que mis padres ya se habían levantado y me lo habían preparado. Desayuné corriendo y nos fuimos al aeropuerto, por supuesto con Simba, que estaba muy alterado. Llegamos allí y en efecto, allí estaban, todos esperándome. Me despedí de mi familia y de mi perro y salí con mi maleta corriendo. Al acercarme a ellos, por el altavoz del aeropuerto dijeron que nuestro vuelo estaba preparado y que nos acercáramos a la puerta de entrada. Desde unos grandes ventanales vimos un inmenso avión como si fuera a estrellarse posándose en el suelo. Entramos por un largo pasillo que se me hizo interminable hasta el avión. En el interior había mucha gente, más de la que yo esperaba ya que en mi vida me había subido a ningún avión. Todo fue espectacular, las vistas eran impresionantes. Al llegar, desembarcamos en un aeropuerto en el que nos esperaba Tom. Nos condujeron hasta llegar hacia un chico joven, con el pelo rubio y ojos castaños con una gran sonrisa que destacaba sus blancos dientes. Al terminar la bajada salimos por la puerta y nos presentamos. Nos saludó, fue muy amable con nosotros y nos trató con gran respeto. Le preguntamos por su teoría, que nos podía informar de “la pluma dorada”, y nos la contó. Dijo que esa pluma dorada se encontraba en la pirámide de Keops (Gizeh), que podría cumplir cualquier deseo. En ese instante dejó de hablar y dijo que teníamos que irnos, no nos dijo por qué, y nos dirigimos a la salida del aeropuerto. Nosotros nos preguntábamos que por qué habría reaccionado así, pero él estaba bastante ocupado pidiendo un taxi, para que nos condujera a la ciudad. Nos subimos en el primer taxi que no estaba ocupado y nos llevó hasta un lugar con arena y una gran pirámide, pero no había nada, ni un árbol. Nos bajamos e intentamos entrar como pudimos. Al conseguirlo se abrió un gran portal por el que se accedía al interior de la pirámide, entramos y seguimos por un pasillo de piedra, muy alargado y sin luz, ya que cada vez la entrada se alejaba más. Todos nos pusimos detrás de Tom y lo seguíamos. Hubo algunos tropezones pero nada importantes, lo más grave fue la herida que se hizo Robert en la rodilla. Corrimos durante varios minutos, pero yo, iba agotada, como si lo hubiéramos hecho durante horas. Extenuados, nos paramos en un lugar para descansar un poco y le preguntamos a Tom lo que había pasado. Él nos contó que cuando el siguiente avión estaba aterrizando vio a uno de los ladrones de objetos Egipcios más famoso, y que sabía que venía en busca de lo mismo que nosotros. Al reponernos, no sabíamos que hacer, porque el túnel se había acabado y no podíamos retroceder. Muy asustados, todos nos apoyamos sobre una pared y me di cuenta que desde mi sitio se veía una piedra diferente a las demás y fui a darle. Se oyó un gran estruendo y vimos el suelo de dividirse en dos, menos mal que la trampilla estaba en nuestra mitad, pero era muy estrecha como un tobogán cerrado de piedra. Nos deslizamos por él, era divertido, pero un poco incómodo, ya que algunas piedras resultaban salientes. Al final se veía una luz, como si fuera a parar a algún lugar conectado al exterior. Llegando al final se abrió un hueco en el suelo y todos nos caímos. Acabamos en una especie de sala cerrada y oscura. Todos estábamos a punto de echarnos a llorar cuando entró un hilo de luz por una rendija del tamaño de una aguja. Se movió por toda la sala hasta llegar a un punto en el que se paró. Nosotros como no veíamos nada, nos acercamos para ver si podíamos descubrir algo y nos impresionó algo con lo que chocamos. Al tacto empezamos a intentar adivinar lo que era, era una especie de urna. Retrocedimos al instante ya que un gran viento entró, como si se hubiera abierto una puerta. Vimos bajar y posarse una pequeña pluma dorada sobre el suelo. La cogimos y venía con un papel en letra egipcia, que Tom nos tradujo y decía:
Esta pluma concederá un deseo,
lo hará al privilegiado
que esta pluma,
haya encontrado.
Todos a la vez dijimos nuestro deseo: Que automáticamente se destruyeran las armas y que las guerras no existieran.
De repente ¡plup!, la pluma desapareció. Giramos el papel y había algo escrito diciendo que al cumplirse el deseo, la pluma se esfumaría. Cerramos los ojos y aparecimos en nuestras casas como si nada hubiera pasado solo que con algo cambiado, un sueño hecho realidad.

*Dedicado a la paz.