LA CAJA MÁGICA
Escuché un estremecedor sonido, era el de móvil para
despertarme. Lo apagué con mi mano y seguí durmiendo, pero alguien llamó a la
puerta. Me asusté mucho porque ¿Quién iba a llamar a la puerta a dichas horas?.
Me puse el camisón y bajé abajo. Miré
por la mirilla dorada y resplandeciente que estaba en el centro de la puerta
blanca. Era un hombre vestido en traje de chaqueta, pensé que sería el
repartidor de la tienda online de zapatos en la que pedí unos maravillosos tacones, ya que traía una caja , y
que por su puesto en su interior se encontrarían los maravillosos tacones que
pedí. Subí otra vez arriba y me puse mi camiseta, un pantalón y las zapatillas
de correr que eran las más fáciles de quitar y poner. Mientras tanto el hombre
se quejaba de mi lentitud excusándose de que tenía muchas cosas que hacer.
Tenía unas ansias, pero cuando abrí la puerta el hombre desesperado se fue,
pero me dejó una caja, con el dibujo de un castillo, en la puerta, que eran de
mis zapatos. Cuando la abrí me llevé una gran decepción, no eran mis ansiados
zapatos rojos de tacón , en su lugar había un sobre con un sello de una oveja,
el cual, parecía importante por el hecho
que me lo trajeran a domicilio. Lo primero que pensé era, una carta del vendedor que me quería
comprar la casa, así que decidí abrirla para ver que me había escrito. No
conseguía ver gran cosa debido a la fiesta de anoche, de la que todavía no
recuerdo gran cosa debido a la borrachera que pillé y a que no me había puesto
las gafas. Me levanté del sofá y me fui hacia el mueble de la entrada en el que
las guardaba. No me resultó difícil
abrir el sobre debido a que éste tenía una parte de la solapa entreabierta.
Tardé en comprender lo que ponía en la carta, que no tenía sentido, pero
conseguí interpretarla , la carta decía lo siguiente:
Hola Marta Rueda:
Le comunicamos que el
trabajo que usted
ha solicitado ha
sido aceptado, ya que usted es la
persona ideal que cumple todos
los requisitos para realizarlo:
-Es
cuidadosa, paciente y los más importante, no tiene antecedentes policiales a
parte de su magnífico expediente. Deberá
partir hacia Berlín el día 8 de Septiembre a las 15:45 desde
el aeropuerto de Adolfo Suárez Madrid-Barajas. La llegada será más
o menos sobre las 22:00 h ya que tendrá la obligación de realizar escala en París.
A la salida del aeropuerto, le esperará un taxi de marca Mercedes, al que usted
le dará la siguiente dirección. C/Hutemberg nº 7. Él le llevará hacia dicho lugar. Usted, solamente
enséñele la carta al taxista para que no le cobre ya que todo el viaje se lo pagará la empresa. Cuando
llegue verá un edificio gris en el que en la puerta habrá un portero algo mayor
con barba vestido de rojo. Pregunte por mí, Cario. Él le conducirá hasta un
sótano en el que yo le esperaré en su interior. No hace falta que lleve nada de
equipaje debido a que nosotros le daremos unas pertenencias nuevas. Allí
asistirá a clases de alemán para que se maneje
bien en el país y no tenga ningún tipo de problema en relacionarse con sus
compañeros y el resto de empleados.
Si no desea
el puesto de trabajo, envíenos un correo a: cariocaprit@gmail.com , que es el correo de la compañía,
que hay mucha gente necesitado que daría mucho por la plaza de trabajo que le
hemos adjudicado.
Cuando leí la carta me extrañó mucho ya que yo no había solicitado
ningún trabajo. Primero pensé que se trataría de una equivocación, pero al ver
los billetes de avión con mi nombre, apellidos, fecha de nacimiento y DNI me
quedé de piedra, era verdad, la carta iba dirigida hacia mí. Se me pasó por la cabeza la idea de que mi madre la
hubiese enviado ya que siempre estaba con lo de que buscara trabajo. Hoy era 6
de septiembre así que no sabía que hacer y lo tenía que decidir en unos breves
2 días, así que decidí llamar a Isidoro, que era un amigo mío que seguro que me
aconsejaría bien. Pero antes de llamarle, pensé yo misma que hacer, porque en fin, la que decidía en realidad era
yo , no Isidoro, Pensando solo se me ocurrían cosas positivas , como la de ir
en avión cosa que nunca he hecho porque nunca he salido de Vallecas, porque es
donde vivimos toda la familia así que tampoco había salido de viaje, ni
visitado un aeropuerto en persona, de que me vendría bien aprender nuevos
idiomas como el alemán, aparte de cambiar de aires. Con la idea de ir llamé a
Isidoro que se quedó perplejo al recibir la noticia, ya que a él también le
habían entregado el mismo sobre. Tras discutirlo decidimos ir al parque para
hablarlo, cogí las llaves que se encontraban sobre la balanza del mueble del
ábaco, que más tarde se quedaron atascadas en la cerradura. Mientras bajaba me
encontré a Rogelio, que iba con su hija María Antonieta. En el portal se
encontraba mi madre, que llevaba como no una caja con croquetas que le dije que
las metiera en el frigorífico para comérmelas luego, le di las llaves de
repuesto y me fui corriendo a coger el coche , pero …….. no estaba , y en su
lugar había un hueco enorme , hasta que vi que era de minusválidos y tendría
que pagar una multa, pasó un buen rato , y con el cabreo de la multa me subí en
el autobús y me fui a la plaza.
La siguiente vez que nos vimos fue en el aeropuerto, en el
que cogimos el avión y nos fuimos hacia Paris para hacer escala. Allí mientras
nos subíamos nos tomamos unas tostadas y un croissant mientras chateábamos con la
gente. Al subirnos en el avión , solo éramos 2 personas , y el piloto me resultó
familiar, pero no le hice caso , ¿quién querría irse a trabajar a Alemania
pensé?. Estaba asustada porque nos dimos
cuenta que el avión sufría demasiadas turbulencias, en ese momento me
sobresalté, ¡ todo había sido un sueño!. Menos mal.
Al instante sonó el timbre de mi puerta y al observar por la
mirilla vi a un repartidor que traía una caja de zapatos.
Escrito por Francisco Cuenca Farfán