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viernes, 5 de junio de 2015

Microrrelato


Era un día caluroso de finales de junio. Los rayos de sol entraban abrasadoramente por la ventana. Sentía cómo lentas pero constantes bajaban finas coladas de sudor por mi frente.

Había una buena razón para huir, necesitaba huir; pero no podía huir. Los pasillos estaban llenos de buitres con gafas y maletín que no dudarían un segundo en mandarte a Jefatura. Muchos habían intentado escaparse pero solo los mejores lograban saltar el muro que rodeaba nuestra prisión. Vacilando, empecé a girar mis sudorosos muslos para salir por la puerta cuando esta se abrió.

Como una ráfaga de viento helado golpeando nuestras caras,su presencia hizo que todos nos callásemos. Me senté correctamente mirando cómo se acercaba  a la mesa, se acomodaba las gafas, observaba la clase y dejaba el taco de folios en la mesa del profesor.


Laura Berenguer

Abuela...



Este es mi regalo, abuela. Ábrelo. Deja que te ayude si no puedes. ¿A que es bonito? Un pequeño cuaderno de superhéroes con cien hojas de colores. Mira, puedes arrancarlas, así. ¿Lo ves? En cada hoja he escrito una palabra. Cama, mesa, silla, armario, lámpara, espejo, baño. Todo lo que tienes aquí, en tu cuarto, en la residencia. Mira, las hojas son adhesivas. Ahora te ayudaré a pegarlas todas. Todas menos una, la que he prendido a mi camisa nueva. Mira, he escrito en ella Alejandro. Así no tendrás que improvisar más excusas cuando no logres recordar mi nombre.

 Alejandro Lozano Rebollo 3ºD