Historia hecha por Ana Cuenca Farfán:
UN
SUEÑO HECHO REALIDAD
| ||
Me
gusta mucho escribir y la literatura me encanta.
|
Espero que os guste mi historia. |
Hola
a todos, me llamo Liss Doyle y me encanta leer. Me considero una
chica simpática y amable, me gusta mucho vestir de color rosa y
azul. Tengo el pelo rubio que de día se confunde con la hermosa luz
del sol, mis ojos son azules como el mar cuando está sereno y mi
piel es clara. Soy deportista, ya que practico muchos deportes.
Espero que os guste mi historia y que la literatura os guste tanto
como a mí:
Estaba
en casa leyendo un libro sobre Egipto cuando de repente mi amiga Emy
me llamó. Lo cogí sobresaltada pero no era nada importante, me dijo
de quedar con la finalidad de hacer un trabajo para el instituto.
Quedamos esa misma tarde en casa de Jason y Robert, dos hermanos muy
diferentes; Jason tiene el pelo castaño y sus ojos son azules claros
como un diamante precioso, en cambio, Robert tiene el pelo negro como
el carbón. Los dos son muy buenas personas con sus ventajas y sus
inconvenientes.
Se
lo dije a mi madre y me dijo que por supuesto me dejaba ir, preparé
la mochila con las cosas y me despedí de mi perro llamado Simba.
Yendo para el destino, me encontré con Emy mi amiga que llevaba una
camiseta roja y verde que se quedaba sin intensidad al ver sus ojos
color miel y su pelo castaño que se mueve con la fresca brisa. Nos
saludamos y nos fuimos a casa de los hermanos. En cuanto llegamos y
saludamos a los padres nos pusimos a realizar un trabajo sobre
Egipto. Investigando en internet vi algo de una pluma dorada, me
llamó la atención y me puse a leerlo. Informaba de que esa pluma no
se había encontrado aún, pero que los historiadores tenían
diferentes teorías y que esta, podía cumplir cualquier deseo. Llamé
a mis amigos y en un santiamén estaban ahí con los ojos pegados al
ordenador como uña y carne. A Jason que le encantan las aventuras
propuso que podíamos llamar a su tío Tom para informarnos un poco
más , a mí me pareció una tontería pero pensándolo bien
decidimos de hacerlo. Cogió el teléfono y tenía una voz grave ya
que tenía 21 años. Le preguntamos y nos propuso que nos fuéramos
con él unos días a Egipto. Yo sabía que no me iban a dejar ir pero
lo intenté y raramente tras un largo tiempo de intentar convencer a
nuestros padres lo conseguimos. La salida era el día siguiente y a
las ocho de la mañana habíamos quedado en el aeropuerto de Londres.
Fui corriendo a mi cuarto a preparar mi maleta rosa y llenarla de
ropa, etc.… Cogí todo lo que pude y la cerré. Cuando terminé de
prepararla eran las diez de la noche y decidí acostarme para no
encontrarme muy cansada el día de la partida. No podía dormir por
los nervios, por saber si eso no sería como nos lo esperábamos pero
alrededor de una hora estaba vencida por el sueño, dormida en la
cama. Me desperté y me fui a desayunar pero me encontré con que
mis padres ya se habían levantado y me lo habían preparado.
Desayuné corriendo y nos fuimos al aeropuerto, por supuesto con
Simba, que estaba muy alterado. Llegamos allí y en efecto, allí
estaban, todos esperándome. Me despedí de mi familia y de mi perro
y salí con mi maleta corriendo. Al acercarme a ellos, por el altavoz
del aeropuerto dijeron que nuestro vuelo estaba preparado y que nos
acercáramos a la puerta de entrada. Desde unos grandes ventanales
vimos un inmenso avión como si fuera a estrellarse posándose en el
suelo. Entramos por un largo pasillo que se me hizo interminable
hasta el avión. En el interior había mucha gente, más de la que yo
esperaba ya que en mi vida me había subido a ningún avión. Todo
fue espectacular, las vistas eran impresionantes. Al llegar,
desembarcamos en un aeropuerto en el que nos esperaba Tom. Nos
condujeron hasta llegar hacia un chico joven, con el pelo rubio y
ojos castaños con una gran sonrisa que destacaba sus blancos
dientes. Al terminar la bajada salimos por la puerta y nos
presentamos. Nos saludó, fue muy amable con nosotros y nos trató
con gran respeto. Le preguntamos por su teoría, que nos podía
informar de “la pluma dorada”, y nos la contó. Dijo que esa
pluma dorada se encontraba en la pirámide de Keops (Gizeh), que
podría cumplir cualquier deseo. En ese instante dejó de hablar y
dijo que teníamos que irnos, no nos dijo por qué, y nos dirigimos a
la salida del aeropuerto. Nosotros nos preguntábamos que por qué
habría reaccionado así, pero él estaba bastante ocupado pidiendo
un taxi, para que nos condujera a la ciudad. Nos subimos en el primer
taxi que no estaba ocupado y nos llevó hasta un lugar con arena y
una gran pirámide, pero no había nada, ni un árbol. Nos bajamos e
intentamos entrar como pudimos. Al conseguirlo se abrió un gran
portal por el que se accedía al interior de la pirámide, entramos y
seguimos por un pasillo de piedra, muy alargado y sin luz, ya que
cada vez la entrada se alejaba más. Todos nos pusimos detrás de Tom
y lo seguíamos. Hubo algunos tropezones pero nada importantes, lo
más grave fue la herida que se hizo Robert en la rodilla. Corrimos
durante varios minutos, pero yo, iba agotada, como si lo hubiéramos
hecho durante horas. Extenuados, nos paramos en un lugar para
descansar un poco y le preguntamos a Tom lo que había pasado. Él
nos contó que cuando el siguiente avión estaba aterrizando vio a
uno de los ladrones de objetos Egipcios más famoso, y que sabía que
venía en busca de lo mismo que nosotros. Al reponernos, no sabíamos
que hacer, porque el túnel se había acabado y no podíamos
retroceder. Muy asustados, todos nos apoyamos sobre una pared y me di
cuenta que desde mi sitio se veía una piedra diferente a las demás
y fui a darle. Se oyó un gran estruendo y vimos el suelo de
dividirse en dos, menos mal que la trampilla estaba en nuestra mitad,
pero era muy estrecha como un tobogán cerrado de piedra. Nos
deslizamos por él, era divertido, pero un poco incómodo, ya que
algunas piedras resultaban salientes. Al final se veía una luz, como
si fuera a parar a algún lugar conectado al exterior. Llegando al
final se abrió un hueco en el suelo y todos nos caímos. Acabamos en
una especie de sala cerrada y oscura. Todos estábamos a punto de
echarnos a llorar cuando entró un hilo de luz por una rendija del
tamaño de una aguja. Se movió por toda la sala hasta llegar a un
punto en el que se paró. Nosotros como no veíamos nada, nos
acercamos para ver si podíamos descubrir algo y nos impresionó algo
con lo que chocamos. Al tacto empezamos a intentar adivinar lo que
era, era una especie de urna. Retrocedimos al instante ya que un gran
viento entró, como si se hubiera abierto una puerta. Vimos bajar y
posarse una pequeña pluma dorada sobre el suelo. La cogimos y venía
con un papel en letra egipcia, que Tom nos tradujo y decía:
Esta
pluma concederá un deseo,
lo
hará al privilegiado
que
esta pluma,
haya
encontrado.
Todos
a la vez dijimos nuestro deseo: Que automáticamente se destruyeran
las armas y que las guerras no existieran.
De
repente ¡plup!, la pluma desapareció. Giramos el papel y había
algo escrito diciendo que al cumplirse el deseo, la pluma se
esfumaría. Cerramos los ojos y aparecimos en nuestras casas como si
nada hubiera pasado solo que con algo cambiado, un sueño hecho
realidad.
*Dedicado a la paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario