Hace mucho mucho mucho tiempo, si, hace tanto
tiempo, en un reino muy lejano, y si pusiese todos los “muy” este cuento nunca
acabaría y tiene que caber en dos hojas, bueno, prosigamos , en esa tierra muy
lejana, vivía una joven princesa, aunque tan poco era tan joven, era una
cuarentona que como no se había casado pues seguía siendo una princesa, aparte
de que el rey no se moría, lo cual empezaba a preocupar a la gente; dicha
princesa no era de las típicas “de
increíble e incalculable belleza, con una larga y sedosa melena rubia que
brillaba a la luz del sol y unos profundos ojos azules enmarcados con unas
grandes pestañas” si no que era una princesa normalita. Bueno, normalita
tirando para poco agraciada, pero recordemos que es una cuarentona, la cual
tenía muchos gatos.
Desde hacía ya varios meses, un dragón, que tampoco era
la típica “temible y feroz fiera escupe fuego con terribles garras afiladas”,
si no que era más bien un dragón viejo y chocheante, atormentaba a el pequeño
reino de la princesa cuarentona, al principio la princesa no tuvo problema con
ello, ya que lo que pasaba fuera del castillo no le importaba, hasta que cierto
día el dragón se fue a fastidiar la peña justo delante del castillo, lo cual
fastidiaba bastante a la princesa cuarentona. La princesa mando a sus mejores
guerreros a que acabasen con aquel dragón, aunque no hubo resultado si no alguno
que el dragón ceno bien por fin un día y no tuvo indigestión por comer comida
en mal estado, ya que los aldeanos comían muy poco ya que la mayoría de
verduras que salían de la cosecha iban a parar al plato de la princesa.
Tras varios días sin poder descansar, la princesa se
hartó y, cogiendo las armaduras de uno de sus caballeros y una de sus monturas,
se dirigió velozmente hacía el dragón, aprovechando que estaba durmiendo en
aquellos instantes. Se bajo del caballo y lo dejo a su suerte, con paso sigiloso
camino hasta la bestia, alzo su espada bajo la luz de la luna y, en unos
instantes, la espada se vio clavada en la frente del dragón, de donde salía un
hilillo de sangre.
-Yo por poder dormir bien como dios manda M-A-T-O –dijo
la princesa, entre risas que recordaban a las de un demente.
La fiera abrió los ojos, quedándose mirando a la
princesa, mientras que con una de sus garras se quitaba la espada.
-Si querías dormir me lo dices y yo me alejo un poco del
reino, todos sois unos brutos que no entendéis que yo necesitó socializar,
hacer amigos ¡yo tengo derecho a tener amigos! -la voz del dragón no sonó tan
profunda como se habría imaginado cualquiera- pero si vienes por las malas…-la
bestia agarro a la princesa y se la trago así como así.
Luego el dragón tuvo una terrible indigestión ya que la
cuarentona estaba caducada y se murió, lo cual dio comida al pueblo durante
varios años.
Fin
-¿A eso llamas cuento? –Dijo Arthur mirando a su tía-
los cuentos tienen héroes, princesas a las que rescatar, monstruos y seres
mágicos, aventuras inimaginables, no a una princesa cuarentona y dragones
chocheantes.
-Cuando te ofrecí ver la película de la princesa
prometida dijiste que no, y el cuento que te he contado es muy realista –dijo
frunciendo el ceño, haciendo que se notasen aún más sus ya notables arrugas- y
si no te vas a molestar a tu hermano mayor, que para eso están.
Y la joven tía de Arthur,
bueno, no tan joven, se levanto y se
marcho de la habitación, pensando que ya no volvería a contarle cuentos a su sobrino, aunque sabía
que no podría cumplir eso.
Versión original, escrita y publicada por: Laura.
Laura me encanta tu historia. Los cuentos no siempre tienen que ser con caballeros valientes y doncellas preciosas, prefiero el mundo al revés.
ResponderEliminarBY: Angy ;)